De lo irrecuperable se importa este aliento,
señuelo en vientre que guía ciegos
en pos de una muchedumbre ansiosa,
corrupta, divina, de oro pulido.
Jugamos en el patio de la mente,
nos raspamos las espaldas.
Con fuerza, sin miedo,
azotamos ese subibaja gigante
en el cuerpo ajeno.
Letras aparecen
formando cuadros de rencor en armonía.
Ojos vivaces,
deslumbran ante un atardecer lleno de flores,
como en blanco y negro.
Holgazanean recuerdos gordos hediondos,
usurpando la mente del más sabio,
disfrutando su comida cual piara maldita.
Nunca llega, oh superhéroe bendecido,
atisbo de maldades, veloz compañero.
Habra muerto en la desdicha,
ese corazón salvador...