Segundo lamento.
La ortografía y la ironía devoraron mis textos,
Pero solamente tú me devoraste el corazón.
Vestí a todas las rosas elegantes para tu despedida,
Pero aun así se marchitaron.
Decoré cada átomo del mundo para hacerte feliz,
Pero aun así, jamás lo logré.
Fui el delincuente que robó tus noches,
El suicida progenitor de un amor infeliz.
Anocheciendo, descongelé tus recuerdos,
Y con ellos la melancolía más intensa del planeta.