Raquelinamor

TE LO CUENTO /Tema Semanal del Cuartel

Si quieres que te cuente un cuento, ¡te lo cuento!  Y ¡zuàz! me llevaste en un santiamén a mi lejana niñez, cuando alguien me preguntara, ¿Quieres que te cuente el cuento del _Gallo Pelòn_?  ¡Si! no es que si, ¿es que si quieres que te cuente el cuento del gallo pelón?  ¡No! no es que no, ¿es que si quieres que te cuente el cuente del gallo pelón?... y asì... era el cuento de nunca acabar. En ocasiones los mayores contaran a los pequeños, a la hora de conciliar el sueño, cuando se narraban los cuentos infantiles. El cuento real es de una fábula latinoamericana sobre la vida feliz de un “gallo pelón”, con la mamá gallina y sus traviesos pollitos.  Pero,  este cuento que no se contaba era aquel otro el que repetía cuantas veces fuera necesario, o hasta que  el ingenuo niño se quedaba dormido. 

Aplicado cotidianamente a la polìtica, a los amores,  a los sinsabores, etc. y a todo aquello que  no se hace bien o nunca se termina.  ¡Ah! recuerdos... Por entonces,  con mi inocencia yo contestara,  aunque me lo repetìa y volvìa a preguntar, hasta que al rato, caìa en cuenta de la tonterìa o al borde estaba de la desesperaciòn  y le respondìa: ¡tu me estas mamando el gallo! ¿verdad?

Bien, esta expresiòn tambièn se usa para decir al interlocutor que se esta burlando de uno, en fin, yo apenas tendrìa unos seis años y era muy càndida e  inocente,  me encantaba escuchar cuentos y no podìa resistirme a que alguien me lo propusiera, por eso el tema propuesto por nuestro amado Cuartel esta semana, me atrapa;  asì les cuento, en mi haber tengo escrito unos cuantos cuentos, que no pienso repetir, pero si podrìa ir relatándo algo de mis tantas vivencias, como si fuese un cuento de mi vida  y  queriendo contarlas con temor a  aburrirles, pues son anécdotas del transitar por este viaje del existir,  y siéntome  ya,  como un cuaderno viejo polvoriento cargado de historias,  que bien podrìa hacerles un corriente y breve  cuento, sin nada interesante, asì que lo comienzo con la trillada frase:

Erase una vez una pequeña y curiosa niña que vivìa en un soleado prado dorado, donde crecìan espigas de trigo y oro, que danzaban al compás del sol junto a los girasoles de la primavera y entregaban su fragancia y hermosura a la a los vientos alrededor, a las abejas, a las moscas  y a los abejorros del lugar. Cada uno cumplìa con su misiòn natural, unas libaban la flor para alimentar su panal y lograr la maravillosa miel, otros acechaban, aprovechándose de tal bien. asi como el ser humano que bien trabaja y logra su cosecha, habìa aquel otro que se aprovecha del esfuerzo  ajeno, para su beneficio.

La niña  despertaba con alegrìa y se  encomendaba obediente al quehacer del dìa,  ella no se quejaba, era feliz, jugaba con sus hermanos, y tras el postigo de la ventana miraba pasar a la gente  cada mañana, hasta que  un dìa cambiò su  destino,  la enviaron a vivir a otro lejano lugar, con su abuela paterna,  que en nada se parecìa a la de caperucita, sino mas bien se parecìa al lobo feroz, y de pronto se viò sola en el mundo, sin entender el porque, se preguntaba por su madre y sus hermanos, pero ya no estaban.

Sus familia ahora eran los fantasmas de una gran habitaciòn en una inmensa casa llena de muebles viejos y soledades. Descubriò sus nuevos amigos en el patio trasero, las gallinas y las palomas le esperaban para ser alimentadas y comenzó a soñar, aprendiò a mirar el cielo, a ver en las nubes a los seres a quien extrañaba