Alberto Escobar

Escalera...

 

¡Déjenme aunque sea el derecho de pataleo
que tienen los ahorcados!.

Pedro Páramo.

 

 

 

 

 

 

 

Tú bajabas, yo subía.
Descendías de un bajo cielo,
a solo una altura del suelo.
Subía yo la escalera de Jacob.

Fue la casualidad de un
alineamiento, sol y luna,
luna y tierra, tierra y sol.

Yo volvía de dejar parte de
mi alma a resguardo de un tiempo
leve, perecedero, y ¿tú?

Tú, si Minerva no me traiciona, ibas
a acompañar a un trozo de tu alma
a un cielo aledaño, distinto del que
fue nuestro, mas en verdad no lo sé
porque no me llega ya tu voz.

Tu voz emigró como una golondrina
que dejó de hacer verano.

La vecina del tercero, de exquisita
belleza, bajaba de un cielo algo más
alto que el mío, para cruzarse con su
marido, hacia ese mismo infierno.

Mudez absoluta, gélida estancia.

¡Era tan niño cuando esa escena se
hizo mía!

 

Hoy entiendo la premonición, la honda
huella en mi memoria...