Es mi verso un recuerdo de frescos naranjales,
con sus flores, sus hojas y muy gratos aromas;
canción del niño que sueña letras a raudales
en aquel feliz jardín más allá de las lomas.
Pueden haberse ido los segundos y las horas
que jugaban a la sombra de la sombra verde,
pueden quedar ocultas las aves delatoras
para que el amor infantil ya no se recuerde;
pero nunca morirá el aroma de las flores,
blancas ilusiones que esperaban el abrazo
tras huir rebosantes de los mágicos verdores
para buscar el amor en el suave regazo
de la abuela que con frescos panes le esperaba
y así darle su tiempo, su amor y su alegría...
un mágico recuerdo que siempre se cantaba
bajo aquel naranjo, nuestra frutal poesía.