Caminante quizás peregrino
que recorre taciturno el camino,
en su alma los versos dorados moldea
da colores nítidos al destino,
figura la soledad que merodea
un eximio néctar, copa de vino.
Palpa lo impalpable de esta vida
esa luz etérea que nadie mira,
su alma por éxtasis estremecida
sabe el sabor del veneno de la ira,
degusta miel del alma bendecida
nubes grises cuando es entristecida.
En sueños vaga en mundos desconocidos
suscitan embelesos adormecidos,
en este mundo jamás son permitidos
sus dóciles melodías para los oídos
revisten con fulgor blanco los sentidos
vuelan libres en las flores y los pindos.
En sus manos los ocasos son papiros
enciende el sentir y pensar divergente,
enerva un albor rojizo en sus suspiros
enversa en el lucero luminiscente,
es medianía, entre corazón y mente
lenguaje sagrado en llama se convierte.
Tantos, tantos senderos ha recorrido
algarabía del amor, ocre del olvido,
dulzor de un beso, el morir de un latido
en ángel o demonio se ha convertido
rosa vibrante quizás un lobo herido.
Incienso blanco en templo prometido
esperanza el otoño de oro teñido,
las ramas del álamo ha empobrecido,
la añoranza para un amor bendecido
letras como agua clara ha vertido.