Quemaréis mis venas
entre algodones castos,
entre abedules pardos...
desnutridos,
entre bocanadas frágiles
en su último latido...
brotará la calma
en su oscuro abrazo,
destilará la noche
su tristeza...
descuidada en llanto
vespertino,
en la palma
de mi labio...
reclinado,
nacerá
la aurora...
desgastada en vino.