- Prefiero un hijo muerto a un hijo marica – le dijo mirándolo fijo a los ojos. Palabras cargadas de rabia y dolor – Eres la vergüenza de la familia y prefería no haberte parido.
Dio un portazo y salió del apartamento dejando a su hijo inmerso en una grande amargura. Mientras bajaba las escaleras (no le gustaba tomar el ascensor) maldecía su suerte. Inmersa estaba en sus pensamientos cuando salió a la calle. Lo que vio a continuación le heló la sangre. La última mirada de su hijo antes de morir en aquel pavimento rodeado de sangre jamás la pudo olvidar.