Y te esperé toda la tarde y todo el día.
Y los días pasaron y las tardes pasaron.
Pasaron las noches y llegó la melancolía.
Te esperé todo el invierno y no llegaste.
Llegó la primavera pero tú con ella no entraste.
No llegaste.
No volviste a decirme “hola, cómo estás”
ni volviste a mirarme.
Te esperé y no llegaste.
Y aun te sigo esperando.
Aunque sé que no vendrás,
aunque sé que de mí ya no te preocuparás.
No querrás saber de mis risas ni mis lágrimas,
ni mis sueños ni mis remotas esperanzas.
Menos te importarán mis agobios
ni mis mil desahogos.
Aun así, seguiré esperando.
Aunque sepa que no vendrás, seguiré.
Aunque el tiempo pase, aquí estaré.
Y pasen inviernos, primaveras
y todas las estaciones enteras,
seguiré esperando.
Así, creyendo que vendrás,
sabiendo que no llegarás,
seguiré.
Hasta que mis ojos cansados
ya no puedan despertarme del sueño,
ni mis labios arrugados
puedan volver a decir cuánto te quiero.
(c) Jana Maia