En el patio, dejé toalla mojada,
hasta que regreso, al caer la tarde,
símbolo de alguien, que no está olvidada,
venga un recuerdo, que en llegar, no tarde.
La recojo, doblándola y acomodo,
se siente suave, por tanto desgaste,
blanca, en franjas azules y amarillas,
como ella, vienes a mí, de algún modo,
porque no sólo, esa tela dejaste,
experiencias llenas de maravillas.
Se deshace y sin desprenderme de ella,
muy pálidos, se observan sus colores,
mis noches de existencia, fuiste estrella,
secó tu cuerpo y me entregaste amores.
No hubo día que dijiste, ya no vuelvo,
simplemente te vas, quedó la toalla,
olvido, regalo, no lo resuelvo
y la distancia se volvió muralla.
De vez en cuando, el teléfono suena,
se platica, entonces, lo cotidiano,
noto, tus voces ya no tienen pena,
son de otra estación, no de tu verano.
Por la noche, en el sitio donde duermo,
cara y manos seco, en la toalla suave,
por soledad, el corazón enfermo,
latido, aleteo sin rumbo, de un ave.
El poeta del amor. 16-11-18.
Cabo San Lucas, BCS. México.