Empezar el poema...
porque no sé otra cosa
que pudiera ofrecerte...
Y la luna en la plaza,
a través de las ramas,
la hemos visto tan grande,
amarilla y brillante, que...
no sé si pensarlo,
porque ya fue experiencia
de potencias nucleares.
¡Cómo duele el poema
cuando nace del fondo
de una vieja tristeza!.
Con mi escasa herramienta,
debo así construirlo,
debo así fabricarlo,
y pensando en tus ojos,
en tu boca, en tus manos,
quedará terminado.
¡Ha de ser un refugio
donde el odio se estrelle!.
¡Ha de ser una casa
donde se hagan pedazos
los ladridos del mundo!.
Pon aquí tu alegría,
siembra aquí tu esperanza;
el aullar de los lobos
no se escucha aquí dentro...
¡Qué pudiera ofrecerte...
Tú, bien sabes que es todo...
¡Ojalá que te guste
esta red de palabras;
edificio de letras...
palomar de nostalgias...