Sin mar...
que ate sus caricias,
a su querencia...
de amapola siempre bella,
anudas...
la boca venturosa,
en la mañana...
impura, desnuda
y deslazada,
y huye...
la gloria de su beso,
herido...
en la gracia de su amado,
licuado...
en todos sus clamores,
desnudo, zaherido
y descuidado.