Menesteo

Un amor de cuentos

 

Un amor de cuentos                               

 

Era una noche fría y tenebrosa, donde los árboles se movían

Con el vigoroso viento, haciendo vibrar las hojas

Cuál silbido llegaba como voces de ultratumba

Para despertarme aquella noche en la que me acosté algo pronto

Por encontrarme cansado, y desperté a media noche

Con el sueño desvelado y quedé envuelto entre las mantas

Resguardándome del inmenso frío que hacía, y entonces  

empecé a soñar despierto  ¡Qué cosas!, los sueños cuando

se tienen despierto parecen más reales que cuando uno duerme.

Los personajes te hablan de cosas que son recuerdos del pasado,

que tienes almacenado en la memoria y en esa noche taciturna

esa voz de ultratumba te refresca la memoria, despertando

los recuerdos de  donde están guardados.

Te someten a tantas preguntas que parece un auténtico

interrogatorio policial, donde su único objetivo es, encontrar

el más mínimo fallo en las respuestas de esa investigación.

Ya me había pasado otra veces, pero como esta noche,

así nunca no me había ocurrido.

Tenía los ojos como platos, se me había ido el sueño totalmente

y en el silencio de mi habitación se oían voces que solo yo

percibía y a las que respondía sin mover mis labios ni oír mi voz.

Era una sensación muy extraña, nunca me había sucedido,

[ y mira que soñaba por las noches] pero soñar despierto,

nunca me ocurrió.

Aquella noche, me había acostado temprano, cansado,

después de un día agotador, por lo que a media madrugada

desperté y, sin poder volver a conciliar el sueño nuevamente,

pensaba… y pensaba en cosas banales, hasta que de pronto

me encontré inmerso en una conversación sin poder ver

a mi interlocutor, solo su voz silenciosa hablándome en

medio de aquella tenebrosa habitación.                                                                

Cómo podía saber tantas cosas de mi vida, esa voz sin rostro                                       

que, se introducía en mi mente sin dejarme pensar,  sustrayéndome

los pensamientos pues, no en vano conocía hasta el último

rincón de mi cuerpo y de mi alma.

Me repuse a tal alucinación y mantuve sigilosamente

una prolongada conversación con la voz que me hablaba,

en la silenciosa y lóbrega  habitación donde me encontraba.

¿Qué te pasó para tenerme que llamar con tanta obstinación?

¿Acaso no sabes que mi presencia, es el final de la vida

 Y no la salvación de la muerte?

Sí que lo sé [le contesté tenuemente],  y por eso te he llamado,

quiero renunciar a la vida que aquí tengo, pues en ella

no me hallo ni feliz ni contento y para estar de esta manera,

prefiero mejor la muerte y no la vida que llevo.

¡Qué fuerza tan poderosa te hace pedir tal cosa,

Si todos piden la vida y lloran ante la muerte!.

Háblame sobre esa fuerza para mi desconocida,

que tal herida te deja rompiendo con la promesa

de seguir aquí con vida, llamándome para que te de

 la muerte que aún no tienes merecida.

Cadenas…

cadenas llevo arrastrando que cubren todo mi cuerpo

y me están martirizándo por un amor infranqueable

que me está dando esta cárcel y cumplo con mí condena

de la que ella es ajena y yo no soy culpable.

Una condena de amor me está manteniendo preso

Sin haberle dado un beso ni en mis suspiros de amor,

Y me llena de dolor que me lleve hasta el olvido

Por tanto haberla  querido, sin que sepa mí dolor.                                                         

Locuras…

me estás contando  locuras de un amor que tiene cura

y la puedes tu sanar, tratándola con dulzura y por no írla a buscar

esta noche taciturna para que cure tus llagas acabando tal locura,

me llama en la madrugada para poderte ayudar y me pides tal locura.

¿Me pide te de la muerte que dice es, la que te cura?.  

¡Para eso me llamaste!, tú estás loco de remate,

Pedirme que yo te mate por un amor de locura

Cuando el amor tiene cura sin cometer tal disparate.

¡Disparate!

Sangrando mi corazón lo tengo sin que me mate

Sufriendo por este amor que me ignora con su talle

Y por eso te pedí que vinieras a buscarme, para

Llevarme de aquí que no quiero más sufrir, y no

Te ocurre otra cosa sino decirme tú a mí que,

Esto es un disparate.

Qué sabe tú del amor, tan solo sabe de muertes

Y nadie quiere tu suerte para abrazar tu calor.

Tan solo yo a ti te imploro en mi tremendo dolor

Porque me han dejado solo sin vida y sin amor.

 

Menesteo