Que suerte la del jilguero
que te ve desde la ventana
cantar tus notas y tu
cabello al viento.
Que suerte la de la lombriz
que juega cada día en
tus plantas y donde
hundes tus pies.
Que suerte la del abejorro
que te oye susurrar en
la taza del café de media
mañana que ya no tienes
esperanza de renovar
el contrato de buena
voluntad que dejaste
sobre la mesa como si
fuera una hoja más
pero no, era tu renuncia
a lo más preciado
la libertad de tenerte
a mi lado.
Hoy cabizbajo en estas
cuatro paredes sueño
que nunca me fui y
sigues estando a mi
lado...