Penas ignotas que deleitan cuando las escribo, entre mis notas caen rimas de lágrimas, como en la lluvia caen gotas, sean bienvenidos.
Lamento hacer que se esfume el olor de tu perfume, aroma tenue, que se esparce suave… y leve...
Ahora lo único grave es que llegue a perderme, entre tantas no señales que logran captarme, que logran hacerme huir, redireccionarme, noches que pesan, que no dejan acostarme, días con sonrisas fingidas, climas fríos, tendré que arroparme.
Ya nada me distrae, tengo el dominio, miro la puerta y tengo la llave, estuve cautivo, pero ahora no pido favores a nadie, solo a míos, chécalo, esto va suave como la corriente de un tranquilo río.
Lamento no haber cogido el esfero en su momento, lamento no haber escrito lo que años atrás me tenía mugriento.
No necesitas drogas para sacar lo que sientes, solo escupe un verso fugitivo al viento mientras con la cabeza asientes.
Lamento, asiento y acepto que hay días que con poco me contento, pero oculto mi verdadero ser, a ese lo contengo, para liberarlo en las noches y traduzca todo lo que me miento.
Le tengo miedo al tiempo, por eso escribo, para quedarme quieto entre papeles, tragedias y humo, traduzco lo brusco en su momento, necesito calma, respiración y un buen trago puro.
Lamento lento, viendo al espejo, ese reflejo, contándome un bosquejo de que me he puesto más viejo.