Siento en mi cuerpo que me queman tus caricias,
aquellas que me diste, en noches de placer,
hay tardes en que vuelven, a mí esas delicias,
que a veces me ofrecías, en algún atardecer.
A veces no quería, tenerte a mi lado,
porque era imposible, darte todo mi amor,
amarnos fue un castigo, que la vida nos ha dado,
porque no supimos, a nuestra pasión dar valor.
Recuerdo aquellas tardes, en que tu suplicante,
querías tu quedarte, hasta el amanecer,
mis manos te apretaban y mi corazón amante
complacía tu pedido, sin poderte entender.
En las sábanas frías, tu perfume quedaron,
y tu cuerpo ardiente, sediento una vez más,
te dije no es posible, mis ojos te lloraron,
más tú no comprendías y mis lágrimas secabas.
La pasión desordenada cubría nuestros poros,
tus labios alborotaban, la paz que había en mi ser,
tu boca me llamaba, pidiéndome más besos,
sabiendo que sufriría, al llegar el amanecer.
Así era el amor, que un día me ofreciste,
así fue la pasión, que guarda mi memoria,
así fue el amor, que con ternura lo elegiste,
así fue nuestro amor, así fue nuestra historia.