DIOSA POETISA

PRINCIPIO Y FIN


La soledad de mi vida
me hacía ser valiente,
con un vaso en la mano
apuraba las últimas horas
de un licor amargo como la hiel.
La madrugada tocaba a su fín
como esas gotas sedantes de alcohol,
que asimilaba mi organismo.
Callaba en el silencio de la angosta
oscuridad de la gélida noche.
El cristal resbaladizo
de mi piel cuarteada por
la afilada navaja
que había hecho mella
en la herida sangrante de mis entrañas,
alcanzaba su consumación.
Las cantarinas campanas,
de la cercana iglesia
bailaban al compás de
su luctuosa música celestial.
Esa valentía innata de mi corta existencia,
se balanceaba con la inerte
y muda cobardía,
que se enfrentaba cara a cara
luchando con la espada del dolor.
La angosta ventana del habitáculo,
mostraba el rayo incipiente,
del nuevo vaso de líquido anfetamínico,
que derramaba sobre el cuerpo yacente,
cubierto aún, por la oscura sombra
de la lucha continua y repetitiva
de la noche y el día,
del miedo y del valor,
del principio y el fin.