Tu noche alterada, onomatopéyica,
rasura mi sueño, lo roe, lo seca.
Y vuelvo a la almohada y abdica
mi verbo, escucho tu rueca,
respira en mi oído,
escruta el ronquido,
la noche traviesa.
Tu mano resbala por toda mi palma
y no me permites tocar hoy tu karma,
Y no puedo hallar tu bosque bravío,
lo guardas en sábanas muertas de frío.
Ay muchukunda, déjame sacarte algo tibio,
ay, que muero por darte la mueca del vino!