Décimas encadenadas
¿Dónde estás amiga mía,
dónde encaminas tus pasos?
¿Por qué has roto los lazos
que nuestro camino unía?
Ya dejas melancolía,
en este mi corazón
que no encuentra la razón
de tan abrupta partida,
dejándome ya en la vida
una enorme desazón.
Una enorme desazón
es la que siento en el pecho,
aún no me explico el hecho
de tu ausencia sin razón.
¿Dónde está la confusión?
Aquello que compartimos,
que en un tiempo nos dimos,
que nos dejaba dulzura
al contemplar la natura.
¿Por qué fue que lo perdimos?
¿Por qué fue que lo perdimos?
parecía todo dado
todo tan bien ajustado,
en un nudo nos fundimos.
Y ahora ¿de qué huimos?
¿Ya que viene a separarnos?
¿por qué dejamos de amarnos?
¿Por que encendimos el cirio
de este penoso martirio
y en el ahora quemarnos?
Y en el ahora quemarnos
en ese nido de amor
al que le dimos calor
por con tanto amor besarnos.
A los dos ha de faltarnos
ese tiempo que vivimos
lo sublime que nos dimos,
el contemplar la mañana,
la caminata temprana,
¡los caminos que anduvimos!
Los caminos que anduvimos
tan tomados de la mano
con el aliento cercano,
con los aromas divinos
que escapaban de los pinos.
Gozamos del riachuelo
con sus aguas de consuelo
y ahora es nuestro destino,
cada quien por su camino,
y cobijarnos de duelo.