¿Cuántas caricias te caben
en el cuerpo?;
las miradas mías se esconden
debajo de tu silencio,
mientras la voz busca abrir
tu blusa con un suspiro.
El pelo recién llegado,
se te ilumina como un espejo
frente a un corazón,
y siento yo,
que se me parte la impaciencia,
entre esa boca de jugos iluminados
y la imponencia de los ojos.
Se resuelven las preguntas
en la caricia de tus manos,
que son pájaros
posados en la piel,
y sacan de mis poros,
una música
que se rinde ante tu nombre.
Eduardo A. Bello Martínez
Copyright 2018