Diego Nicolás García Contreras

Ay-mara

Tu amor me enloquece,
me hiere tan fuerte
pero es dulce después;
me seduces y de la mano me llevas hasta el roquerío.

He recitado todos mis versos hacia el exilio
y hoy los traes a mi con la furia de los vientos,
me hacen recordar la dicha de poseer un cuerpo
y la inquietud de olvidarlo por momentos.

Morena, sirena
miro hacia las rocas húmedas y te veo
en la rompiente de las olas
mirando el sol de frente con tus ojos achinados
destellos de cochallullo.

Te penduran algas del cuello
alajas de cuero mestizo
y anegada en tus sensaciones desbordantes de fundirte con los atardeceres rojizos
te quitas el sujetador de baño
contemplando el horizonte.

Yo soy tu lobo de mar
que se entrega con placer a tu candor, llama eterna
que te ata a las tinieblas y a los brillos universales
de la que estoy enamorado
y cuando te volteas
disfruto los trazos imaginarios que dibuja tu mirada supendida
(ojo de tigre)
encontrando calidez en mi corazón pirata.