Está la poesía al costado de la cama
escondiéndote la ropa
para que no te vistas,
desparramando los minutos
para que no te enteres de la hora.
Mientras tanto,
reviso tus escombros para encontrarme con vida.
Es que sos catástrofe
con esos movimientos de tornado
sobre mí
y yo
una humilde casa de madera.
Te acercas
con una paz mentirosa
y me besas con el temor
de quien camina por la superficie
de un lago congelado.
En cambio,
tocarte es sumergirse en aguas termales.
Te llevas mis dedos
a la boca
y te lames
con esa lengua que ahoga todos mis idiomas.
La poesía está en la ventana
tapando el sol
para que no te vayas.