Santiago Esquivel

cansancios.

Cansancios.

 

 

Sucede que me canso.

 

Sucede que me canso de ser el perseguidor infinito de tus miradas,

 Y del silencioso y paradójico descontento general de mis sonrisas.

 

Sucede que me canso.

 

Sucede que me canso de intentar encajar desesperadamente en los estereotipos

Y de enterrar en el olvido todas las absurdas incoherencias de la lógica.

 

Sucede que me canso.

 

Sucede que me canso de intentar rellenar expectativas

Y de ser el desagradable disidente entristecido por tu falta de determinación.

 

Sucede que me canso.

 

Sucede que me canso de caminar por toda la extensión de tu silencio

Y De arañar desesperadamente los límites de nuestra geografía.

 

Sucede que me canso.

 

Sucede que me canso de navegar en conversaciones deshabitadas

Y de ser el prolongado epicentro universal de las ausencias venideras.

 

Sucede que me canso.

 

Sucede que me canso de gritar palabras que nadie escucha

Y De ver cadáveres y pedazos de planetas esparcidos por las calles.

 

Sucede que me canso.

 

Sucede que me canso de encontrarme conmigo mismo en los espejos

Y de ser el incesante huésped rutinario de tantas imperfecciones.

 

Sucede que me canso.

 

Sucede que me canso de la búsqueda eterna de encontrarme en una buena fotografía.

Y de aquel enfermizo hábito masoquista de coleccionar resignaciones.

 

Sucede que me canso.

 

Sucede que me canso de ser el triste transeúnte solitario por océanos de frialdad

y de ser aquel melancólico descubridor insaciable de tantas decepciones.