Emiliano Veinte

Ayer. Hoy. Siempre.

Ayer, un mes.

Hoy, cuatro años y 5 meses.

Ayer, el infierno.

Hoy, el paraíso.

Ayer, la nostalgia y la tristeza me acompañaron en un día oscuro y denso.

Hoy, más nostalgia, más vacío y el día oscuro y denso.

Imposible no regresar a ti en mis pensamientos, mis sueños y mis deseos.

Fugaz regreso de anhelos esfumados en la nada de la soledad.

Memorias que piden a gritos el silencio de tu compañía, la dulzura de tus besos y el calor abrasador de tu cuerpo.

Oídos que sueñan con el susurro de tu voz, sueños que escuchan tus palabras de amor y los quejidos de pasión.

Tatuados estamos, si, en nuestras almas. Tatuados están nuestros cuerpos con las huellas de aquel amor que no morirá jamás.

Tatuados nuestros corazones; solos, que por años fueron compañía bulliciosa en medio de canciones románticas que hablaron de nosotros y que nos cantarán por siempre.

Llamadas, horas de hablar contigo, reír, llorar, amarnos a distancia, amarnos de cuerpo presente, memorias.

El beso aquél, tu risa loca, la caricia en tu ceja, el poema tierno y erótico, ese café, nuestros símbolos, un orgasmo silencioso y trémulo.

Tanto amor derrochado a manos llenas, tantísimo.

Ayer, hoy y siempre tu amor en mi.

Hoy, ayer y por siempre tu en mi.

Te visitaré esta noche en un sueño real, anidaré a tu lado en tu lecho tibio, recorreré en silencio tu cuerpo, haré estaciones en cada uno de tus lunares, subiré a la cima de tus senos, recorreré el valle sagrado de tu vientre y abrevaré en espirales de pasión en el delicioso humedal de tu sexo.

Espérame, no te fallaré.

Hasta que no sea más un sueño y podamos sentir de nuevo la humedad de nuestros cuerpos, el calor de nuestra pasión, el silencio y el frenesí de nuestra locura.

Aquí te espero yo también.

Y que sea pronto, por favor.

Ayer, 30 días.

Hoy, 1610 días.

Siempre.