Jair Sierra

Rastros de un pueblo.

Sonó,

hoy sonó

aquella alarma que

sin saberlo, todo lo acabó.

Se llevó todo a su tiempo sin dolor,

se llevó las misas, los pájaros, los juglares,

los versos, la tradición, la cultura, las leyendas,

los sombreros, la cumbia, los poporos, los árboles…

Hoy, los que a lo lindo se beneficiaban de todo esto, parece

que aquí nunca sus pies pisaron, olvidaron... y allí

en donde habita la triste alma de un pueblo

perdido, se levantó lo que hoy nos tocó.

Y aunque no aceptemos ese hado

nada hacemos porque la

 anterior vida, murió.

 ¿Qué nos queda?

nada hay hoy.

Ahora,

nada.