En los labios el estigma.
En los ojos el enigma.
En el gesto todo el peso,
de la experiencia vivida.
Barreras de puro aire,
que inconscientemente frenan.
Columnas de humo que tapan.
Cicatrices que revelan.
Como profundas trincheras,
infranqueables y ciegas.
Sumideros donde afluyen,
las más brillantes ideas.
Enorme el peso que aguanta.
Sutil la daga que raja.
Frágil la etérea palabra,
que al perseguirla se aleja.
Como jirones de niebla,
entrando como barrenas.
Desenfocadas las mentes,
que en la claridad se ciegan.
Viaja el ojo generoso,
derribando las fronteras.
Abiertas las recias manos,
como aves mensajeras.
Una voz que rompe el hielo.
Otra que el viento congela.
Y una tercera que nace,
pero en el fondo se queda.
Hay rictus como sentencias.
Finos labios que condenan.
Miradas que ven el fondo,
entre las oscuras grietas.
Mírame cuando te hable,
que adivine tu presencia.
Que sea amigo de tu sombra,
y en tus miedos te comprenda.
A.L.
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