Miro al cielo, y entre tantas luces,
me pierdo en la belleza de la noche.
Siento cada respiro, cada susurro suave,
del aire, meciendo los verdes árboles.
Quisiera encontrarme en alguna estrella,
quisiera no estremecerme hacia el vacío,
pero la vida resulta como un profundo pozo.
Siento la tenue brisa en mi pálido rostro,
y con ella, se lleva las lágrimas de mis llantos.
Se crea un inmenso océano, por cada gota de mis ojos.
Siempre nadando hacia arriba, hacia la superficie,
pero no hago más que hundirme en mis lamentos.
Quisiera descansar en un lúcido bosque,
alejado de esta miseria que llamamos vida.
Quisiera desaparecer entre pétalos de flores,
como por arte de magia, sin dejar rastro,
que me invada el estruendoso silencio.
Quisiera dejar de respirar, encerrarme en mi cuarto,
y no volver a deslumbrarme por la luz del sol.