Desde mis ayeres fugitivos
y pergeñados
por el Tiempo y el Espacio
incognoscibles,
y por el acto mágico
de un dios irreverente,
intento medir y vigilar
el eco y el peso de mis sombras
para hacerles frente y destruirlas,
definitivamente.
Sombras del pasado
de finitud sellada
por un simbolismo
que espejaría el Universo.
Sombras constantes,
alegres o trágicas
que no tienen pausa.
Creo que en esta lluviosa
noche de primavera
mi mente insomne
y todavía aturdida
podría aún,
tener la fuerza de cambiar
el nombre de mi Suerte
y el vector de mi Vida..
hasta enterrarme
en tierra fértil y ser verde savia..
hasta llegar
a mis más hondas raíces..
hasta llegar a los oídos,
del mismísimo Dios,
(sordo y ausente)
que hoy inclina su celeste mirada
y me regala la promesa,
de un incipiente
y Verdadero Amor.