Desde mi cuarto durante el crespúsculo
tengo en mi mano el último recuerdo,
del libro aquel que contiene ese capítulo
que juntos leímos estando en desacuerdo.
Nos reímos hasta más no poder,
mis manos acariciaban su rostro de marfil,
como quisiera regresar a ese ayer,
para disfrutar juntos aquel abril.
Aún conservo el poema y el clavel
que me dio una noche sentados en la arena,
le hice la pulsera de oropel
y me dijo te amo con su voz de sirena
Caminamos descalzos para buscar
el dibujo que hice mientras la esperaba,
ahora camino solo y no puedo pensar,
porque todo era lindo cuando ella estaba.