En el piso, inmovil, desecho, casi muerto,
la sangre a su alrededor seca y maloliente,
su pupila dilatada, palido, su cuerpo yerto,
su debil pulso mostraba su vida incipiente.
Pronóstico reservado para una vida que termina,
extrema gravedad, delicada condición que expira.
Pero como el Fenix, de sus cenizas su corazón reanima,
y la vida desde sus entrañas nuevamente germina.
Inexplicable parece su nueva vida, su resurgimiento,
nadie se imagina la razón de su fresco aliento
pero como él, en mi corazón, tambien yo lo siento.
Porque mi alegria en su sonrisa tiene cimiento,
me libera de aquel castigo horrible y cruento,
y hace que mis ganas de vivir vayan en aumento