Ayer volví a la plaza
que tanto daño ha causado
convertida en estrado
para matar a mi raza.
Los vientos le han quitado
el encanto de vivir
ya que ha hecho sufrir
a los héroes quinceañeros.
Un mal designado abuelo
pagado por el estado
por la espalda ha disparado
a los nietos en febrero.
Sobre su pecho inflamado
con cruces por el honor
luce orgulloso el dolor
que a los padres ha clavado.
Un hombre va disfrazado
de sereno caballero
con sangre en su sombrero
de los niños ejecutados.
El sauce lució su llanto
como único testigo
y los acogió como amigos
a sus pies ya calcinados.
El abuelo fue a comulgar
con la hostia y el vino
que se ha convertido en sangre
en la boca del asesino.