FrancoBouzas

OCULUS

A veces me quedo observando las puertas de una iglesia, esperando a que de ellas salga un batallón de ángeles; o miro dentro de las lúgubres casonas de Olivos deseando que por ellas se asome el espíritu triste de una doncella.

 Veo el cielo y el rio, aguardando a que acontezca alguna maravilla mítica de relatos griegos; una sirena, un dragón, o hasta el mismísimo Poseidón.

 Pero estos ojos han visto cosas realmente extraordinarias, tan hermosas como un poema de Benedetti, y tan horrendas como un cuento de Poe.

 He visto un atardecer de siete colores cubierto de miles de luciérnagas, el milagro de la vida en mis manos que otrora estuvieron cubiertas por mi propia sangre. El odio, el amor, la desesperación y la emoción en los ojos de una persona. Pude ver como se escapaba el último aliento de una vida.

 Me vi, una y mil veces me vi, y en muy pocas me encontré.

 Divise la libertad de un colibrí y la esclavitud de un pez.

 ¿Y que más le puedo pedir a la vida que me muestre, si ya me enseño a mirar?