Caramba, como
te quiero, cuando
te fuiste eras
casi niña, casi
mujer y hoy una
adulta que
me enseña
cada día
es un regalo,
el más bonito
el haberte tenido
hija mía, cuando
pequeña rebelde,
fuiste creciendo
con empuje con
tolerancia
a tus pares,
con devoción
al alma entera
que te entrenó
a que cada
sufrimiento puede
ser valor para
crecer cada día
un poquito más.