Vengan niños buenos, que les voy a contar un cuento,
que va más allá de las olas, con el destino un encuentro.
Un día alcancé a ver a lo lejos… aquel velero que vaga perdido, en las noches, en las tardes,
una y otra vez, por los senderos oscuros… e inciertos de un gris destino.
Encallado para siempre, en su timón el capitán, navegando en aquel cementerio de barcos solos,
que un día naufragaron en el abismo de la soledad, que un día dijeron adiós.
Se despidieron… olvidando que tal vez un día querrían regresar.
Libertad, dice el velero grabado en su madera, fue lo que salió a buscar a los mares,
pero en vez de aventuras encontró cadenas,
que le impidieron regresar a las playas y a su tierra.
Ahora mientras la neblina al caer el sol, aquel velero oscurece,
se puede ver desde la orilla de las playas, la silueta que infunde miedo,
del capitán y su sombrero, que vagan y vagarán… hasta que se apaguen los luceros.
No olviden niños buenos, si se quieren escapar,
la historia del capitán y su velero, que entregó su libertad a los mares,
y jamás…, pudo regresar por su sendero.
Gabriel Brito Los Cielos Grises (fragmento)