No sé si rendirme a la exuberante
maniquí y proclamarla vestal
del templo del consumo, aparece
cortejáda por palomas blancas tan
odiadas por los Petrónios de turno,
por ser culpables de destruir
monumentos con sus excrementos.
Todo lo que luce la modelo son
aditamentos de cuero que
tapan un cuerpo que desnudo,
sería mas carnal, más descarado
y más sincero, esta comercial Júno
reposa sobre un falso lecho vegetal
con flores de plástico, expresa
una aparente fiebre pasional
con los labios entreabiertos y una
mirada ofreciéndose a los ilusos
soñadores que quisieran
conquistarla, con una esperanza
tan vacía como el gran bolso
de diseño lleno de aire, o
como sus botas verdes que nunca
pisarán el suelo, ni se llenarán
de barro ni envejecerán por la calle.
¿Qué hacen esas palomas tan resignadas
que hace tanto dejaron de ser mensajeras
en esa naturaleza muerta?