-No. ¡Es que me niego a creer que mis latidos no te alcanzaran fuerte! ¿No los notaste? Hacían temblar el edificio.
-No serían para tanto como dices, exagerada, yo no los sentí. “(Quizá porque los míos aún eran más potentes. Ensordecieron al mundo, hicieron temblar al universo igual que temblaba yo por dentro)”
El pensamiento se quedó para mí y le contesté de la forma más absurda que un tipo absurdo como yo era capaz de hacerlo. Todo quedó así. Ella se desnudó y yo le mentí. Me mentí.