Un delito he venido hoy a confesarte,
y no espero compasión en tu sentencia.
Aceptaré la condena que venga de tu parte,
y si ha de ser la más larga, bendita seas.
En las noches cuando acudo a cuidar tu sueño,
sin que lo percibas siempre tus besos me robo,
los guardo celosamente cual si fuera su dueño,
y ya seré eternamente su guardián probo.
No apelaré tus medidas decisiones,
no pediré rebajas a tus justas penas
llegaré con mi alma libre de elaciones.
Me allanaré sin temor a los cargos,
no tendré jamás abogado defensor,
solo quiero que me condenes a tu amor.