El sol no ha perdido brillo,
son los últimos destellos,
de tan singular ocaso,
llega una noche de ensueño;
con estrellas titilantes,
que son hermosos luceros,
danzando con alegría;
un espectáculo excelso,
que enternece el corazón,
y eleva los pensamientos.
La luna luce su plata,
y envía luz desde el cielo,
pintando albo el horizonte,
con un dejo de misterio,
que hace atractiva la noche
con ilusión y sin miedo.
Todo un marco de belleza,
que nos deja boquiabiertos,
recordando con pasión,
los amores que el cuaderno
de nuestra vida guardó
con el cuidadoso esmero.
Hoy con mucha simpatía,
enumeramos recuerdos,
ellos nutren la existencia
y ponen el condimento,
de los momentos felices
que revivimos de nuevo,
provienen del subconsciente,
que guarda nuestro cerebro.
Se deben disfrutar noches
que siempre sean modelo,
de simpáticas historias,
que forjarán el comienzo,
de lo que será pasado
en un relativo tiempo.
Disfrutemos del presente,
de sus actos somos dueños,
yendo raudos al futuro,
dejando el ayer conecto.
Conforme avanza la vida
nos van quedando recuerdos,
se convierten en substrato,
de sentimentales versos.
¡Es hermoso recordar,
estos momentos añejos
para nuestra vida actual,
el más perfecto aderezo!