Espero, yo, cuatro patas no en licuefacción, no caigas en tentación, conviértete en una.
Más espero, yo, que los cuatro ceros en tu reloj, en tus ojos, no se reflejen como agua en vuestra luna de marzo.
Esperas, tú, una figura en lo alto exhibiendo lujuria, no caigas en tentación, conviérteme en una.
Más esperas, tú, que los cuatro ceros en mis ojos, en mi reloj, se reflejen como momentos en los mismos.
Monolito, no es aquello flébil que buscas, pues lo tienes en las manos. En las manos aúnas sonrisas, llantos, quejidos, lamentos, míos. En tus ojos sostienes mis lágrimas hialinas, pues tu cara es de brizar, y tus manos de raqueo.
Tu cuerpo, inefable y plúrimo, en mi boca el sabor a giste, cencido en un llanto. Llanto, como adarce y sentimiento, tuyos y míos, en el esplín de nuestro momento.
Cuatro ceros, dos en los tuyos, dos en los míos, ojos y tuyas, letras.