De alguna forma
(y de todas las posibles),
al reconocerte en el lugar y momento no equivocado,
aprehendí la benedettiana estrategia,
catecismo ella misma,
de que me necesitaras.
La táctica,
por su parte,
fué un aprendizaje:
toda la diáspora que me rehace
tenía que alinearse a ser impronta en tí.
Y al fin,dices que me necesitas.
Emerge entonces una nueva estrategia,
en solitario,
con táctica ni esbozada y muy urgente:
conservarte desde tu huella y presencia,
a pesar de que, para bien,
renuevas cada segundo
en toda mariposa y colibrí.
Y seguro estoy, amor,
por lo que de infinita eres,
que adaptarse a nuevas estrategias y tácticas
se agradece como tus besos, tus manos, tu regazo.