¿Verdaderamente
me he salido de tus sueños?
Ya no vivo en tus ojos,
en tus pensamientos,
ni en el temblor de tu voz.
Ya no oteas mis pasos,
no rozas suavemente mi piel,
ni suspiras cuando llego.
Te mantienes seria, abstraída,
ajena, distante, con semblante osco
y yo como un loco
te sigo buscando, justificando,
perdonando tus ofensas, tus palabras,
la mala forma en que me tratas.
Me quedan aún muchas ganas
de que me hables,
de saber que te hago falta;
mucha falta,
tanta,… como tú a mí.
©Armando Cano