Eres esa mujer por la que vale la pena
al mundo entero enfrentar.
No lo digo como cualquier símil,
sino como la mas sincera verdad.
Mereces todo el cariño y amor que siento por ti,
pero también la lealtad, la compañía incondicional
y la confianza de alguien que te aprecia
y que descubre cada dia en tu forma de ser,
una fuente inagotable de felicidad.
Hasta que tu y el Señor me lo permitan,
seguiré brindandote lo que soy,
que es cuanto tengo.
Y solo dejaré de hacerlo
cuando él me llame a rendirle cuentas,
o cuando tu me digas
que te hartaste de mis poemas,
de mis palabras, de mi amor.
A él le diré que puse mi compromiso,
mi dedicación, mi palabra y mi honor
para intentar verte feliz como lo mereces.
A ti, tan solo gracias por permitir conocerte
y el cumplimiento de una promesa:
tu felicidad será la mía... siempre.