Tallé con una navaja
un puente en el cedro,
de caricias y pausas
y arroyos de dalias.
Pinté con pinceles
un matorral de acentos,
de estrofas y ruegos,
y ruidos de besos.
Derroté con lanzas
un suspiro de silencio,
de cristales y cieno,
y duendes sin recuerdos.
Enredé con poemas
un libro de versos,
de hechizos y secretos,
y cuartillas de sueños.
Olvidé con una carta
un disparo de incienso,
de coplas y celos,
y paseos del cartero.
Paré con jilgueros
un canasto de heridas,
de horas y pensamientos,
y acantilados de tactos.