Soy una persona que me divido en dos: la que puedo ser y la que soy.
Dejo que mi mente vague en los multiuniversos de mi mente.
Entonces escribo y mi mano está disposición del espíritu que me quiera contactar.
El silencio es sagrado y aunque no tengo un cuarto propio para escribir
ni dinero propio soy dueña de mi mente envuelta en una burbuja que
soy libre y nadie me posee, solamente yo y nadie más que yo.
Puedo en mis versos gritar las amarguras de mi alma y nadie me dice: ¡NO!