(Cuartetas octosílabas)
A nadie deseo mal.
Bueno, quizás un poquito
a quien me clavó el puñal,
y aun escuchando mi grito,
mi espalda siguió hiriendo,
viendo mi sangre caer,
y aunque estuviera muriendo,
nunca lo ha querido ver.
A nadie deseo mal.
Aun así quiero decir
al “trepa” vocacional,
que tanto supo mentir
e insultarme en mi trabajo
con muy malas intenciones,
¡ojalá y corten de cuajo!
sus muy rastreros cojones.
A nadie deseo mal.
Pero casi se me olvida,
citar al bruto animal
que dejó mi cara herida
tras unas grandes palizas
delante de nuestro hijo.
Espero que le hagan trizas
y nunca encuentre cobijo.
A nadie deseo mal.
Pero no quiero esconder,
mi rechazo más brutal
a quien daño puede hacer
con la más abyecta saña
y una sonrisa en la boca.
El corazón de alimaña
y el alma como una roca.