Mi corazón está reseco y mayugado
como fruto que se queda en el frutero,
es alimento de cuervos y gusanos
y depende solo quién llegue primero.
Mi corazón tiene un mordisco en el costado.
Y quizás fue aquel bocado tan certero
que bastó para dejarlo desplazado
y para siempre perforado como un cero.
¡Ay mujer que lo dejaste abandonado
en las metálicas redes del frutero!
¡Te hubieras llevado todo en el bocado
y así me libras de este fruto traicionero!
Mi corazón tal vez nació de un limonero.