La Diosa África está sola, triste, cansada de llorar,
se le escapan sus hombres, mujeres y niños,
los campos están secos,
los ríos manchados de sangre,
el hombre ha perdido la creencia en sí mismo,
nadie cree en los profetas de la verdad,
la gente se siente traicionado por las promesas,
los jóvenes no ven más futuro en ese paraíso,
hasta las nubes están huyendo,
la gente se muere de hambre
y los niños lloran el abandono y la soledad.
Antes fuiste la cuna de la humanidad.
El sabor de una visión está preso en mis pupilas,
el sabor a tierno, luna, húmedo,
a lejanía, a fruta madura;
se clavaron en mí.
Se quedaron conmigo,
se han vuelto mi sombra,
y caen en penas y lágrimas.
Sueño que me sueñas,
mi cielo se ha perdido en el pasado,
mi presente sin ti no existe.
Mis paseos son cada vez más largos.
Con mi mirada pegada en la lejanía,
ampliando segundo a segundo mi horizonte,
imaginándome ángeles guardianes,
soñando el silencio,
dibujando sobre el vientre del universo,
y las estrellas embarazadas,
tu nombre, tu rostro, tu sonrisa, tu biografía.
Tu estas ahí, tan lejos, distante y diferente,
te deseo lo mejor de este mundo.
No necesitas pensar en mí,
nunca te olvides que yo te traje a la luz
y si mueres,
muere una parte de mí,
una parte de mi alma.
Pienso en eso y mi AMOR hacia ti crece y retoña
Por Walter Trujillo Moreno, Abril- Mayo 2018