¡Ven a mi, acrisolado páramo del mañana!
Con ígneos cristales de ámbar resplandecido
con el rasante fuego sobre espuma escarchada
con vinos de Dionisio, súbito enardecido
Extravían mis horas por umbral de esperanza
¡Muge mi herida bestia por rejado torcido!
Viste tu aura pristina mi glicina ondulada
rogando tu presencia con dolor zaherido
Eres haz refulgente sesgando aislada sombra
¡Báculo irisdiscente de orlada fantasía!
¡Mi cántaro fastuoso de añil burbujeante!
¡Un insomnio suntuoso, seísmo que te nombra!
Purpureo vahído ¡Trashumante ambrosía!
¡Pitiminí de glorias en mi flama humeante!
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Beatriz Vicentelo