Sobre el lecho perfumado.
Sobre la cuna de plata.
Viven penas y alegrías,
Temores, miedo y consuelo.
El suspiro los delata,
como un chivato secreto.
Sueñan divertidos sueños.
Cubriendo de risa el lecho.
La flor oculta se expresa,
sumergida en los helechos.
Sabiéndose clandestina,
más bello surge su aspecto.
Como la bondad que anida,
en un mar de desconcierto.
Dispuesta a su esencia dar,
cuando lo requiera el tiempo.
Deja que tus ojos hablen.
Que no reflejen silencio.
Que no se aceren sus brillos,
y sea ternura el reflejo.
Deja que tus ojos digan,
que dialoguen con respeto.
Que no confundan la vida,
mirándola con desprecio.
Que no se detenga el Sol.
Que siga mirando al Hombre,
aunque le falte al respeto.
Que prodigue generoso,
las luces que lleva dentro.
La aterciopelada Luna,
siga vigilando el sueño,
y de cobijo al amor.
Nace sin ver la criatura,
el mundo vive por dentro.
Y sus delicadas formas,
tiemblan de puro misterio.
Se afana el tiempo en moldearla,
a veces frío y siniestro.
Sabio escultor que cincela,
cada átomo de su cuerpo.
Sobre el lecho la cordura.
Sobre la almohada el misterio.
Y acechando la locura,
entre los pliegues del tiempo.
A.L.
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