Que en todas las oficinas de Madrid
haya siempre un ser angelical
alguien que no golpee el teléfono
alguien que se mueva con gracia natural,
que convierte la oficina en solo eso,
una oficina vacía con su ausencia.
Quiero que no falte muchos días,
que vuelva antes que su silla
se llene de polvo y su leve perfume
desaparezca, cuando vuelva,
sus ojos verdes en tantas mañanas
grises en la gris avenida harán
de esta oficina un lugar
deseado donde será placentero
hablarte sintiéndote cerca.